10/11/09

acompañemos a Maria


Recordemos cómo acompañamos a María con la oración:

Te sugerimos una forma sencilla.

Si querés, crea vos otro modo de hacerlo. En tu habitación o un lugar tranquilo (el jardín, el comedor, etc.) o, si pasás cerca, en la capilla o la Iglesia… Donde quieras y te sea más cómodo:


a. Sentate frente a una imagen, un cuadro o una estampa de la Virgen, la que tengás o, de todas, la que más te guste. Si no tenés, pedinos una…


b. Empezamos haciendo la Señal de la Cruz: En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


c. Le pedimos a Dios que envíe el Espíritu Santo para que nos guíe e ilumine con su amor. Puede ser con esta oración, dicha despacito y saboreada:Dame; Padre del Cielo, la luz de tu Espíritu que ilumina mi mente, el fuego de su amor que enciende mi corazón y la fuerza de su gracia que me hace digno/a de recibir tu bendición. Amén


d. A continuación, mirando la imagen, pero con la mente puesta en la persona que ella representa, le decimos a María:Inmaculada Virgen, Madre mía, vengo para aprender de vos, en este día, enseñame a ser discípulo/a de Jesús. Rogá por mí y regálame la renovación del corazón.


e. Como quien va a leer una carta de amor que ha recibido, delante de la persona que se la dio, en su presencia lee la “Carta de María” que te proponemos para el día. Hacelo despacio, meditando lo que más te llame la atención.


f. Conversando con la Virgen –con tus palabras- decile lo que sentís y pensás al leer eso. Dale gracias… Piropeala… Pedile lo que te parece que necesitás… Date, unos dos o tres minutos para hablar con María que te escucha desde ese pedacito de Cielo que hay en tu corazón.


g. Si querés, podés concluir, consagrándole el día, tu vida y vos mismo con esta oración:

Bendita sea tu purezay eternamente lo seapues todo un Dios se recreaen tan graciosa belleza.A ti Celestial Princesa,yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón.Mirame con compasióny no me dejés, Madre, mía,morir sin tu bendición.


h. Cerramos el momento de oración haciéndonos de nuevo la señal de la Cruz que nos identifica como cristianos nacidos del Corazón de Cristo crucificado por nuestra salvación.


¡Animo! Esto es como hacer ejercicios, la primera vez te cuesta un poco, pero cuando agarraste el ritmo sale solo… El secreto está en perseverar. Y el que persevera en el amor, conquista lo que busca…


María te escribió:


Queridos hijosLes sigo contando sobre el día que recibí el saludo del ángel.Ustedes me dicen “Inmaculada”, el ángel me saludó con estas palabras: “llena de gracia” (Lucas 1,28). Él y ustedes me dicen lo mismo porque no tener la mancha del pecado, es estar colmada con la gracia de Dios.Ese amor gratuito que nos hace hijos e hijas del Padre Eterno, hermanos en Jesucristo, el Hijo de Dios, y templos vivos donde habita el Espíritu Santo. En una palabra: Hombres y mujeres nuevos, desbordados por el amor cariñoso que viene de Dios a nosotros y quiere irradiarse a todo el mundo. Ese amor gratuito y vivificante que nos regaló Jesucristo en la Cruz, que ustedes recibieron el día del bautismo y, a mi, me fue dado en el momento en que mis padres me concibieron, en atención a que sería la Madre del Salvador. Por eso soy conocida como “la primer redimida por Cristo”¡Recuerden el día del bautismo! En ese día ustedes también fueron colmados del amor de Dios… Si por esas cosas de la vida, han perdido esa gracia por el pecado… Hay un “segundo” bautismo para recuperarla, y se llama: La Confesión o Sacramento de la Reconciliación. ¡Aprovéchenlo! Es la oportunidad permanente que Dios les regala para que vivan la misma alegría que vivo yo.María Inmaculada

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