3/7/09

Fui ofrecida y donada a ti


Oh María, María, templo de la Trinidad!

¡Oh María, portadora del Fuego!

María, que ofreces misericordia, que germinas el fruto, que redimes el género humano, porque, sufriendo la carne tuya en el Verbo, fue nuevamente redimido el mundo.

¡Oh María, tierra fértil! Eres la nueva planta de la que recibimos la fragante flor del Verbo, unigénito Hijo de Dios, pues en ti, tierra fértil, fue sembrado ese Verbo. Eres la tierra y eres la planta.

¡Oh María, carro de fuego! Tú llevaste el fuego escondido y velado bajo el polvo de tu humanidad.

¡Oh María! vaso de humildad en el que está y arde la luz del verdadero conocimiento con que te elevaste sobre ti misma, y por eso agradaste al Padre eterno y te raptó y llevó a sí, amándote con singular amor.

¡Oh María, dulcísimo amor mío! En ti está escrito el Verbo del que recibimos la doctrina de la vida...

¡Oh María! Bendita tú entre las mujeres por los siglos de los siglos.

Haz, oh María que nunca me salga del corazón, ni de la memoria, ni del alma, que fui ofrecida y entregada a ti.

Te pido pues, que tú me presentes y me ofrezcas al dulce Jesús, tu Hijo; y tú lo harás como dulce y benigna Madre de misericordia.



Por Santa Catalina de Siena (Siglo XIV), terciaria dominicana, llamada por Jesús a la vida mística y luego a la vida pública. Realizó obras de pacificación entre los gobernantes italianos, llamó al Papa de Aviñón a Roma. Es escritora de ascética y mística con páginas de un ardiente fervor. Es Doctora de la Iglesia.

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