3/7/09

Madre María: toda amor, toda dulzura


Un hermoso dicho latino de San Bernardo expresa con bellas palabras la experiencia de todo cristiano al tratar de poner en palabras el amor que nuestra Madre suscita en sus hijos:


De Maria numquam satis; nunca es suficiente lo que podamos decir de María.


Nunca podemos decir todo lo que nuestro corazón comprende de esa Madre buena y bella, toda amor y toda dulzura. Los santos, quienes más que nadie saben que nunca es suficiente lo que se pueda decir de María, son sin embargo quienes mejor pueden expresar la grandeza de la Madre de Dios. En este mes de mayo, dedicado a la Virgen María, publicamos una selección de textos de algunos de los mejores de sus hijos.



Mira a la estrella, invoca a María


Si se levanta la tempestad de las tentaciones, si caes en el escollo de las tristezas, eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!
Si te golpean las olas de la soberbia, de la maledicencia, de la envidia, mira a la estrella, invoca a María!
Si la cólera, la avaricia, la sensualidad de tus sentidos quieren hundir la barca de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!
Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos pecados y de la severidad de Dios, te sientes ir hacia el abismo del desaliento o de la desesperación, lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.
¡En medio de tus peligros, de tus angustia, de tus dudas, piensa en María, invoca a María!El pensar en Ella y el invocarla, sean dos cosas que no se aparten nunca ni de tu corazón ni de tus labios. Y para estar más seguro de su protección no te olvides de imitar sus ejemplos. ¡Siguiéndola no te pierdes en el camino!
¡Implorándola no te desesperarás!¡Pensando en Ella no te descarriarás!
Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir.
Bajo su manto nada hay que temer.
¡Bajo su guía no habrá cansancio, y con su favor llegarás felizmente al Puerto de la Patria Celestial!



Por San Bernardo (Siglo XII), sus obras son de tierna devoción, de piedad afectiva y práctica, de confianza, dulzura, doctrina, de declaraciones de amor a Dios y a la Virgen, tuvieron un vastísimo eco en su siglo y en la espiritualidad sucesiva. Es Doctor de la Iglesia.

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